Hubo Dos Clases de Mamut Lanudo, y Una No Fue Extinguida Por el Hombre
Un extenso estudio genético sobre el extinto mamut lanudo, una especie de elefante que se adaptó para vivir en ambientes fríos del hemisferio norte, ha revelado que la especie no era un gran grupo homogéneo, como los científicos habían asumido previamente, y que además no tenía mucha diversidad genética. La población estaba dividida en dos grupos, y uno de ellos se extinguió hace 45.000 años, mucho antes de que los primeros humanos empezaran a aparecer en la región.
Este descubrimiento es particularmente interesante porque elimina la caza humana como un factor que contribuyó a esa extinción, dejando el cambio climático y las enfermedades como las causas más probables.La investigación marca la primera vez que los científicos han analizado con un nivel de detalle tan alto la estructura de una población completa de mamíferos extintos, utilizando el genoma mitocondrial entero, es decir, todo el ADN que constituye los genes presentes en las estructuras de las mitocondrias dentro de las células.
Los datos de este estudio permitirán la comprobación de la nueva hipótesis presentada por el equipo, según la cual existían dos grupos de mamuts lanudos, un concepto que previamente no se había reconocido en los estudios realizados a partir del registro fósil.
Los científicos analizaron los genes en pelos obtenidos de los mamuts lanudos individuales. Los cuerpos de estos mamuts fueron encontrados en el norte de Siberia. El intervalo de las fechas de sus muertes es de aproximadamente 47.000 años, yendo desde hace aproximadamente 13.000 años, hasta hace unos 60.000.
Stephan C. Schuster, profesor de bioquímica y biología molecular en la Universidad Estatal de Pensilvania, y Webb Miller, profesor de biología y ciencias de la computación en la misma universidad, dirigieron el equipo de investigación internacional, que incluye a Thomas Gilbert de la Universidad de Copenhague en Dinamarca, y otros científicos en Australia, Bélgica, Francia, Italia, Rusia, España, Suecia, el Reino Unido y los Estados Unidos. En el equipo también figuran expertos en el campo de la evolución del genoma, el del ADN antiguo y el de la paleontología de los mamuts, así como varios conservadores de museos de historia natural.
Los mamuts prehistóricos del sur y norte de Europa eran iguales
Los mamuts que vivieron en lo que hoy es Andalucía eran más similares a los individuos de hábitats más norteños de lo que se esperaba. Es una de las conclusiones del estudio que firma Diego Álvarez Lao, paleontólogo e investigador de la Universidad de Oviedo que ha analizado los restos de mamut lanudo hallados en Padul (Granada).
“Los restos de mamuts lanudos hallados en el yacimiento de Padul, cerca de Granada, son los más meridionales de Europa. Se sitúan sólo un grado más al norte de la localización más sureña que se conoce de estos animales en todo el mundo”, afirma Diego Álvarez Lao, doctor en Paleontología e investigador del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo que ha elaborado el artículo.
La investigación, que publica la revista científica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology en su número del 15 de julio, revela que durante el Pleistoceno Superior (hace entre 30.000 y 40.000 años), los mamuts que habitaron en Padul y sus contemporáneos de la región centroeuropea tenían la misma envergadura y no existieron diferencias significativas entre ellos. “Es frecuente que los ejemplares de una misma especie presenten variaciones de tamaño en función de la latitud en la que habitan, como es el caso de los osos. Sin embargo, los mamuts de Padul no cumplen este patrón”, afirma Álvarez Lao.
Una posible razón que explicaría este hecho sería el posible carácter estacional de la presencia de estos animales en Padul, en las inmediaciones de Sierra Nevada, aunque no es la única hipótesis: “Es posible que en los inviernos glaciales los mamuts migraran hacia el Sur buscando un entorno más templado. Pero la gran similitud entre ellos también puede deberse a que las condiciones ambientales no eran tan diferentes entre Padul y Europa continental”, señala el paleontólogo.
Un aspecto que apoya la segunda interpretación es que los restos de vegetación muestran que el clima en la zona de Padul era frío y árido, condiciones propicias para la presencia de estos animales. No obstante, “no se ha encontrado en Andalucía ningún otro resto de mamut lanudo, el más adaptado al frío y el más reciente, por lo que el entorno de Padul pudo haber actuado como un enclave para ellos”, afirma el investigador.
Un repaso a los yacimientos
El estudio ha incluido la datación y el análisis morfológico de los restos de los, al menos, cuatro mamuts machos hallados en Padul y su comparación con los de otros yacimientos de Europa Central.
Además, y junto a científicos europeos, el investigador ha participado en una revisión exhaustiva mundial de todos los yacimientos meridionales con presencia de mamut lanudo para valorar la importancia del yacimiento de Padul en el contexto de la distribución de esta especie.
En este trabajo han colaborado Ralf-Dietrich Kahlke, Nuria García y Dick Mol, científicos del Centro de Investigación de Paleontología del Cuaternario en Weimar (Alemania); del Departamento de Paleontología de la Universidad Complutense; y del Museo de Historia Natural de Rotterdam (Países Bajos), respectivamente.
El estudio de los mamuts de Padul se enmarca en la investigación más amplia que ha desarrollado Álvarez Lao acerca de los grandes mamíferos adaptados al frío en la Península Ibérica durante el Pleistoceno. Zorro ártico, glotón, reno, buey almizclero y rinoceronte lanudo son algunas de las especies que han centrado el trabajo del investigador. Se trata de un trabajo que se publicará próximamente en la revista científica de impacto Quaternary International, y que ya se encuentra disponible en su edición digital.
Un equipo internacional de investigadores dirigido por Eske Willerslev del Centro de GeoGenética en la Universidad de Copenhague, Dinamarca, ha llevado a cabo unos análisis sobre muestras de ADN, y, tal como ha ocurrido en otros casos, estos han revocado los resultados de análisis de restos óseos de animales extinguidos efectuados mediante métodos más comunes de datación, como el análisis por carbono-14.
Estos métodos tradicionales habían fechado la extinción de los mamuts y de ciertos caballos prehistóricos en Asia Central en hace unos 13.000 ó 15.000 años. Pero con los métodos de análisis de ADN puestos en práctica por Eske Willerslev y sus colegas, este límite se ha trasladado ahora a entre 2.600 y 5.600 años más cerca de nuestro tiempo. Este cambio, por tanto, obliga ahora a cambiar las ideas hasta ahora vigentes acerca de cuándo los mamuts y los caballos prehistóricos pastaron por última vez en las llanuras de América del Norte.
Una muestra de tierra puede permitir a los expertos descubrir qué animales y vegetales vivían en el área medio millón de años atrás. Con el análisis del ADN antiguo, los científicos se independizan por completo de los esqueletos, huesos, dientes y otros macrofósiles de animales extintos. Esto aumenta sustancialmente las posibilidades de encontrar pruebas sobre la existencia de una especie a través del tiempo. Cuando un animal muere, sólo deja un cadáver, pero durante su vida deja en su hábitat muchos vestigios de ADN a través de la orina y las heces. Estas trazas de ADN pueden ser encontradas en el terreno.
El ADN antiguo que sirvió de base para este inesperado hallazgo sobre los mamuts, fue descubierto por los científicos en muestras de tierra procedentes del permafrost de la tundra en la ribera del río Yukón en el centro de Alaska.
Asombrosamente, los científicos descubrieron que las muestras de ADN de mamut más recientes podrían remontarse a hace entre 10.500 y 7.500 años, y, por tanto, son de entre 2.600 y 5.600 años después de la supuesta extinción de los mamuts que poblaban el territorio principal de Alaska.
Así pues, el hallazgo demuestra que los mamuts poblaron la región varios miles de años más de lo que se creía antes. Es de suponer que estos animales afrontaron su camino hacia la extinción viviendo en manadas menores, sobreviviendo en pequeños reductos aislados donde las condiciones de vida permanecieron intactas durante más tiempo.
Estos métodos tradicionales habían fechado la extinción de los mamuts y de ciertos caballos prehistóricos en Asia Central en hace unos 13.000 ó 15.000 años. Pero con los métodos de análisis de ADN puestos en práctica por Eske Willerslev y sus colegas, este límite se ha trasladado ahora a entre 2.600 y 5.600 años más cerca de nuestro tiempo. Este cambio, por tanto, obliga ahora a cambiar las ideas hasta ahora vigentes acerca de cuándo los mamuts y los caballos prehistóricos pastaron por última vez en las llanuras de América del Norte.
Una muestra de tierra puede permitir a los expertos descubrir qué animales y vegetales vivían en el área medio millón de años atrás. Con el análisis del ADN antiguo, los científicos se independizan por completo de los esqueletos, huesos, dientes y otros macrofósiles de animales extintos. Esto aumenta sustancialmente las posibilidades de encontrar pruebas sobre la existencia de una especie a través del tiempo. Cuando un animal muere, sólo deja un cadáver, pero durante su vida deja en su hábitat muchos vestigios de ADN a través de la orina y las heces. Estas trazas de ADN pueden ser encontradas en el terreno.
El ADN antiguo que sirvió de base para este inesperado hallazgo sobre los mamuts, fue descubierto por los científicos en muestras de tierra procedentes del permafrost de la tundra en la ribera del río Yukón en el centro de Alaska.
Asombrosamente, los científicos descubrieron que las muestras de ADN de mamut más recientes podrían remontarse a hace entre 10.500 y 7.500 años, y, por tanto, son de entre 2.600 y 5.600 años después de la supuesta extinción de los mamuts que poblaban el territorio principal de Alaska.
Así pues, el hallazgo demuestra que los mamuts poblaron la región varios miles de años más de lo que se creía antes. Es de suponer que estos animales afrontaron su camino hacia la extinción viviendo en manadas menores, sobreviviendo en pequeños reductos aislados donde las condiciones de vida permanecieron intactas durante más tiempo.
Tecnología neandertal
Por otra parte, Álvarez Lao colabora en la excavación de la cueva de El Conde (Tuñón, Santo Adriano) que codirige Juan Luis Arsuaga (también codirector del equipo de Atapuerca que ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica).
En estos momentos, el equipo está a la espera de la publicación de los últimos hallazgos que ha alumbrado el yacimiento asturiano relacionado con los Neandertales. Según fuentes de la investigación, el hallazgo aporta novedades no ya sólo respecto a los materiales utilizados, sino que también amplía el conocimiento existente acerca de la tecnología Neandertal. Junto a Arsuaga, dirigen los trabajos de El Conde la arqueóloga Gema Adán y el paleontólogo Miguel Arbizu, ambos de la Universidad de Oviedo.
Álvarez Lao explica como sigue la vinculación entre su área de estudio y la arqueología: “La Paleontología del Cuaternario está muy ligada a la Arqueología, ya que en muchas ocasiones los mismos yacimientos concentran restos humanos y de la fauna que cazaban. Se trata de ciencias que excitan nuestra imaginación y que nos ayudan a vislumbrar el camino que hemos recorrido los seres vivos a lo largo de la Evolución”.
Los restos de un Mamut, de unos 18.000 años de antiguedad, se exponen actualmente en la exposición universal de Aichi, Japón. Se exponen las partes recuperadas del Mamut de Yukagir (lugar donde se encontraron los restos), como la cabeza, la pata delantera izquierda, y otras partes del esqueleto y el cuerpo en una sala de exposiciones especialmente refrigerada.
La temperatura de esa sala se mantiene constante a 15 grados bajo cero, y los visitantes pueden realizar sus observaciones a través de ventanas. También pueden verse otras exposiciones relacionadas con los mamuts, como una reconstrucción del Mamut de Yukagir, descubrimientos generales sobre los mamuts y el medio ambiente global de su era, una relación de las inspecciones y excavaciones del Mamut de Yukagir, y una presentación visual mediante gráficos generados por ordenador y otras técnicas que muestran los últimos descubrimientos que han aportado las distintas investigaciones, por lo que los visitantes podrán tener una visión muy completa sobre este animal.
Para volver a dar vida a los mamuts, habría que utilizar el ADN extraido de los restos congelados de esos gigantescos elefantes prehistóricos, hasta ahora no se ha logrado extraer del suelo helado siberiano material genético utilizable, aunque es técnicamente posible si se logra obtener ADN sano.
La idea es producir un animal híbrido de mamut y de elefante utilizando el ADN de un mamut de la época glaciar para inseminar artificialmente una elefanta. También se podría utilizar la misma técnica para obtener alces, tigres y zorros prehistóricos y otros animales del pleistoceno.
Hay una región deshabitada situada alrededor de Chersky, al norte de la península de Kamchatka, en el extremo oriente ruso en la que la naturaleza ha sido preservada como era en la época del pleistoceno, si se hallasen nuevos restos congelados, podría intentarse de nuevo el experimento.
Aunque quizá no sea necesario realizar tanto esfuerzo, ya que en dicha extensión deshabitada, de unos 7.770.000 km2, existen posibilidades de que unos pocos de estos gigantes lanudos sigan pastando en los enormes y casi inexplorados bosques de Siberia, al parecer, en octubre de 1981, un grupo de cazadores avistaron unos 300 m de distancia una manada de mamuts vivos; según fuentes militares soviéticas, habían aportado como prueba moldes de huellas. A partir de aquel momento, la Academia de Ciencias de la URSS tomaba cartas en el asunto; tal vez dentro de poco todos podamos admirar fotografías, o incluso ejemplares vivos, de este mítico animal.
Cuando estos animales desaparecieron del registro fósil, se pensó que el posible responsable había sido el choque de un cometa o un asteroide contra la Tierra.
Pero los pequeños diamantes que sustentaban esta teoría, que se dijo habían sido creados durante la colisión, han sido mal interpretados.
Y sin estos diamantes la hipótesis no tiene fundamento, expresa una nueva investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences - PNAS (Actas de la Academia Nacional de Ciencias).
"Éste era en realidad el último pilar que apoyaba a esta teoría y creo que es momento de cerrar este capítulo", le dijo a la BBC el profesor Andrew Scott, de la Universidad de Londres y uno de los autores del estudio.
Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo qué provocó la desaparición de estas criaturas y de los seres humanos en la región al comienzo de un evento que duró un milenio, el enfriamiento climático como el Dryas Reciente, a fines del Pleistoceno.
La hipótesis tradicional ha sido que la liberación repentina de agua dulce de un gigantesco lago glaciar en el Atlántico Norte alteró la circulación oceánica y disminuyó dramáticamente las temperaturas en unos pocos años.
Sin embargo, un grupo de científicos desafió esta posición presentando lo que decían eran signos claros en sedimentos de sitios arqueológicos de un antiguo impacto de un objeto espacial.
Se decía que estos sedimentos de 12.900 años de antigüedad contenían materiales exóticos: pequeñísimas esferas de carbono, diminutas partículas de diamante -llamadas nanodiamantes- y un raro elemento, iridio, en cantidades demasiado grandes para haber surgido de forma natural en la Tierra.
También se afirmó que los sedimentos contenían una capa de carboncillo depositado por un fuego colosal que hubiera acabado con el continente tras el evento.
Ningún cráter, sin embargo, ha sido identificado. Pero quienes proponen esta teoría dicen que el objeto que impactó simplemente pudo romperse en la atmósfera cuando se acercaba a la Tierra. Y como prueba han presentado colmillos de mamut que parecen tener metralla de meteorito incrustada.
Los que se oponen, sin embargo, afirman que mucha de esta evidencia ya ha sido desacreditada. Y ahora, en el estudio de PNAS, expresan que también están descartando el último y el mejor pilar de esta teoría: los nanodiamantes.
Estos trozos nanométricos de forma hexagonal, llamados lonsdaleítas, podrían ser una buena herramienta para trazar un impacto, ya que se producen con la presión y el calor intensos de una colisión espacial.
La temperatura de esa sala se mantiene constante a 15 grados bajo cero, y los visitantes pueden realizar sus observaciones a través de ventanas. También pueden verse otras exposiciones relacionadas con los mamuts, como una reconstrucción del Mamut de Yukagir, descubrimientos generales sobre los mamuts y el medio ambiente global de su era, una relación de las inspecciones y excavaciones del Mamut de Yukagir, y una presentación visual mediante gráficos generados por ordenador y otras técnicas que muestran los últimos descubrimientos que han aportado las distintas investigaciones, por lo que los visitantes podrán tener una visión muy completa sobre este animal.
Para volver a dar vida a los mamuts, habría que utilizar el ADN extraido de los restos congelados de esos gigantescos elefantes prehistóricos, hasta ahora no se ha logrado extraer del suelo helado siberiano material genético utilizable, aunque es técnicamente posible si se logra obtener ADN sano.
La idea es producir un animal híbrido de mamut y de elefante utilizando el ADN de un mamut de la época glaciar para inseminar artificialmente una elefanta. También se podría utilizar la misma técnica para obtener alces, tigres y zorros prehistóricos y otros animales del pleistoceno.
Hay una región deshabitada situada alrededor de Chersky, al norte de la península de Kamchatka, en el extremo oriente ruso en la que la naturaleza ha sido preservada como era en la época del pleistoceno, si se hallasen nuevos restos congelados, podría intentarse de nuevo el experimento.
Aunque quizá no sea necesario realizar tanto esfuerzo, ya que en dicha extensión deshabitada, de unos 7.770.000 km2, existen posibilidades de que unos pocos de estos gigantes lanudos sigan pastando en los enormes y casi inexplorados bosques de Siberia, al parecer, en octubre de 1981, un grupo de cazadores avistaron unos 300 m de distancia una manada de mamuts vivos; según fuentes militares soviéticas, habían aportado como prueba moldes de huellas. A partir de aquel momento, la Academia de Ciencias de la URSS tomaba cartas en el asunto; tal vez dentro de poco todos podamos admirar fotografías, o incluso ejemplares vivos, de este mítico animal.
Descartan teoría sobre extinción del mamut
La teoría de que los grandes mamíferos que vivían en Norteamérica hace 13.000 años -incluido el mamut y el oso gigante- se extinguieron debido al impacto de un objeto espacial, ha sido descartada por científicos.
La teoría tradicional dice que la extinción se debió a un enfriamiento en las temperaturas.
Pero los pequeños diamantes que sustentaban esta teoría, que se dijo habían sido creados durante la colisión, han sido mal interpretados.
Y sin estos diamantes la hipótesis no tiene fundamento, expresa una nueva investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences - PNAS (Actas de la Academia Nacional de Ciencias).
"Éste era en realidad el último pilar que apoyaba a esta teoría y creo que es momento de cerrar este capítulo", le dijo a la BBC el profesor Andrew Scott, de la Universidad de Londres y uno de los autores del estudio.
Gran debate
La extinción de las grandes bestias de Norteamérica ha sido uno de los mayores debates de la comunidad de paleontólogos de años recientes.Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo qué provocó la desaparición de estas criaturas y de los seres humanos en la región al comienzo de un evento que duró un milenio, el enfriamiento climático como el Dryas Reciente, a fines del Pleistoceno.
La hipótesis tradicional ha sido que la liberación repentina de agua dulce de un gigantesco lago glaciar en el Atlántico Norte alteró la circulación oceánica y disminuyó dramáticamente las temperaturas en unos pocos años.
Éste era en realidad el último pilar que apoyaba a esta teoría y creo que es momento de cerrar este capítuloProf. Andrew Scott
Se decía que estos sedimentos de 12.900 años de antigüedad contenían materiales exóticos: pequeñísimas esferas de carbono, diminutas partículas de diamante -llamadas nanodiamantes- y un raro elemento, iridio, en cantidades demasiado grandes para haber surgido de forma natural en la Tierra.
También se afirmó que los sedimentos contenían una capa de carboncillo depositado por un fuego colosal que hubiera acabado con el continente tras el evento.
Ningún cráter, sin embargo, ha sido identificado. Pero quienes proponen esta teoría dicen que el objeto que impactó simplemente pudo romperse en la atmósfera cuando se acercaba a la Tierra. Y como prueba han presentado colmillos de mamut que parecen tener metralla de meteorito incrustada.
Los que se oponen, sin embargo, afirman que mucha de esta evidencia ya ha sido desacreditada. Y ahora, en el estudio de PNAS, expresan que también están descartando el último y el mejor pilar de esta teoría: los nanodiamantes.
Estos trozos nanométricos de forma hexagonal, llamados lonsdaleítas, podrían ser una buena herramienta para trazar un impacto, ya que se producen con la presión y el calor intensos de una colisión espacial.
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