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                        LAS ERAS GEOLOGICAS DE LA TIERRA

 EL  ORIGEN DE LA HUMANIDAD Y PROCESO DE HOMINIZACION - HOMINIDOS

lunes, 3 de enero de 2011

El Paleolítico en el Sahara

DIVISIONES DE LOS TIEMPOS PREHISTÓRICOS: EL PALEOLÍTICO INFERIOR
La aparición del hombre
Sólo en los albores del período Cuaternario comenzamos a encontrar los primeros vestigios del hombre, representados por instrumentos líticos, ya que toda otra clase de útiles que debieron utilizarse no han llegado hasta nosotros. También resultan mucho más antiguas las primeras industrias humanas identificables, que los restos antropológicos más antiguos que conocemos hasta la fecha.
A lo largo del Cuaternario, cuyo desarrollo hemos expuesto brevemente, ha hecho su aparición el hombre, pues ningún vestigio humano seguro se ha encontrado en época anterior.. Según algunos autores, en niveles propios del Terciario aparecían vestigios de esa actividad industrial humana y hasta restos óseos humanos atribuidos al Terciario han sido a veces presentados en defensa del hombre terciario. Estos últimos han sido totalmente rechazados por la ciencia, y los vestigios indirectos se reducen a útiles, que se creían tallados por la inteligencia humana y fueron llamados "eolitos", o sea, según su sentido etimológico, "piedras pertenecientes a la aurora de la Humanidad". Tales eolitos, defendidos por toda una serie de eolitófilos, han sido sucesivamente criticados por los arqueólogos y geólogos.(18)
Así, hoy, este problema apasionadamente discutido, ha sido relegado a segundo término, y sólo a lo largo de los citados períodos del Cuaternario y de la época geológica actual se intercalan la serie de culturas cuya evolución estudia la Prehistoria, a través del utillaje de piedras talladas o pulimentadas por el hombre.
Divisiones de los tiempos prehistóricos. - Desde que la actividad de los prehistoriadores alcanzó las primeras conclusiones firmes, se dividió la etapa antehistórica recorrida por el hombre en dos grandes edades : Edad de la Piedra y Edad de los Metales. A su vez, la Edad de la Piedra, que, como su nombre indica, es la época en la cual no se conoce aún la metalurgia, se dividió en dos períodos: el Paleolítico, o época de la piedra tallada, y el Neolítico, o época de la piedra pulimentada.
Todavía se han dividido estos dos períodos a base de las culturas que se fueron desarrollando. Los prehistoriadores clásicos, a base sobre todo del estudio de los yacimientos europeos, establecieron con bastante fijeza esta sucesión : Prechelense, Chelense, Achelense y Musteriense, dentro del Paleolítico inferior, etapa cuyo desarrollo es muy semejante en Europa, Asia y África. Por el contrario, la división del Paleolítico superior va no es de valor tan universal, pues cada continente ha visto florecer distintas culturas, siendo conocidas con mayor precisión las desarrolladas en Europa. y que conocemos con los nombres de Auriñaciense, Solutrense y Magdaleniense. Asia parece ser fué la cuna del Auriñaciense y África vió florecer, en el norte al menos, la industria llamada Capsiense, derivada del Auriñaciense, pero ni ésta ni otras culturas que vivieron en el resto del continente africano nos ofrecen datos suficientes para establecer paralelos o sincronismos seguros entre sí y entre las citadas culturas europeas del Paleolítico superior.(19)
Las culturas del Paleolítico inferior. - Hasta hace muy pocos años esta primera etapa de la Prehistoria, de larguísima duración, se dividía en los citados períodos Prechelense, Chelense, Achelense y Musteriense.
Hoy la visión de las culturas desarrolladas durante el Paleolítico inferior, no sólo en lo que se refiere a su clasificación tipológica, sino también al problema de su edad geológica, dentro de los períodos glaciares e interglaciares en que se divide el Cuaternario, ha sufrido una profunda revisión, en cuyo análisis y proceso no hemos de entrar aqui.
Sólo diremos que, además de surgir un nombre nuevo, el del Abbevilliense, y desaparecer dos ya consagrados, el del Prechelense y Chelense, ha constituído un elemento transformador en la clasificación de las industrias del Paleolítico inferior, la apreciación de la técnica, de la talla del sílex. Así se distingue hoy un mundo industrial de lascas retocadas que se opone al de las piezas obtenidas con, talla bifacial, técnicas industriales que caracterizan el utillaje de las toscas y largas culturas que diferenciamos en esta etapa de varios cientos de miles de años de historia de la humanidad (20)
Así, tras una serie de investigaciones recientes, las industrias líticas del extenso Paleolítico inferior se han clasificado como sigue:
La primera industria humana que se ha localizado hasta hoy es el Abbevilliense, del yacimiento típico de Abbeville, en la desembocadura del Somme. Esta industria está formada por un utillaje tosco, de burda talla bifacial a veces, y otras, de simples lascas retocadas o de guijarros tallados en sus puntas, muy abundantes sobre todo en los yacimientos litorales atlánticos. En el Somme aparece en las más antiguas terrazas del río, que son graveras de solifluxión, contemporáneas del Günziense en su primer estadio frío y húmedo. Lo mismo aparece en las terrazas hermanas del Támesis; así como en las terrazas de 75. m. del Alto Garona. En, Casablanca se sitúa ya rodado en los niveles marinos sicilienses, siendo, por lo tanto, anterior a este período marítimo. También lo hallamos con buena cronología en varias playas de Portugal y en los alrededores de Madrid, según H. Breuil.
Se comprueba también su desarrollo en Europa durante el interglaciar Günz-Mindel, asociado a una fauna cálida del Cuaternario antiguo de Elephas Meridionalis, Rhinoceros etruscus y Machairodus.
El Abbevilliense fué progresivamente substituido por el Clactoniense, primera industria de lascas, que se caracteriza por ser una industria de simples lascas retocadas para reforzar sus cortes o puntas, pero en la cual no se conoce la talla bifacial de la piedra, lograda a base de golpes de percusión finos, dados con madera, propios del Achelense, industria mucho más adelantada, que en parte ya fué contemporánea, en la segunda parte del interglaciar Günz-Riss, del Clactoniense II. Otro elemento específico de las piezas clactonienses es el ángulo obtuso que forma el plano de percusión con su característico bulbo cordiforme sin retocar y muy sobresaliente (fig. 3).

El Clactoniense recibe este nombre de la estación arqueológica de Clacton-on-Sea, no lejos de Londres, donde, igual que en las terrazas del Somme, aparece en los arrastres de los depósitos del Mindeliense, un poco antes de la llegada del ambiente frío, que acarreó y estrió los elementos del depósito de la terraza de 30 m. Se ha desarrollado a lo largo del interglaciar Mindel-Riss, con la segunda fauna de aquella región con Elephas todavía arcaico. Esta industria ofrece una facies denominada Clactoniense II, en la segunda parte del desarrollo del interglaciar citado.
La estratigrafía de otros terrenos cuaternarios corrobora lo expuesto. Así, en el Alto Garona, el Clactoniense se encuentra en la terraza de 75 m. En la Riviera aparece en la gruta del Observatorio, después del Abbevilliense. En el valle del Ródano se sitúa en las arenas fluviales de la terraza de 60 m., también Mindeliense. Lo mismo se ha localizado en los depósitos del interglaciar Günz-Mindel de Prusia.
En Marruecos aparecen las grandes lascas clactonienses sobre la playa abandonada por el mar siciliense, donde algunas de estas piezas han sido retalladas, de nuevo con técnica abbevilliense, siempre asociadas a una fauna de Hippopotamus y Rhinoceros.
Toda esta industria clactoniense que vemos va apareciendo en, África continuó su desarrollo hasta el interglaciar siguiente, naciendo de ella el Tayaciense y el Levalloisiense.
Un mundo de industrias líticas más perfeccionadas lo constituye el Achelense, en el cual se conoce la talla del sílex, con hábiles golpes de percusión dados con instrumentos de madera o hueso (figs. 4 y 5). Con ellos se ha podido lograr las bellísimas y típicas hachas de mano con talla bifacial de esta industria. El Achelense se va desarrollando a lo largo del Cuaternario antiguo, distinguiéndose hoy el Achelense antiguo, medio y superior. A su lado las técnicas más primitivas y toscas de percusión de piedra contra piedra subsisten, pero siempre completadas por el nuevo procedimiento que permite ya obtener verdaderos instrumentos de una manifiesta belleza y gran eficacia. El Achelense aparece ya en las graveras desgastadas del periglacial mindeliense, en las que hemos visto se sitúa el Clactoniense II. Luego reaparece, después de los arrastres realizados por el período glaciar rissiense, con facetas cada vez más desarrolladas, distinguiéndose, cronológica y tipológicamente. siete períodos achelenses, que van desde el Clactoniense II del interglaciar Günz-Mindel, hasta el último período interglaciar Riss-Würm, cuando ya el Tayaciense ha dado paso al Musteriense antiguo y se desarrollan los períodos III y IV del Levalloisiense, El Micoquiense es el último estadio evolutivo de esta industria de talla bifacial equivalente al Achelense VII, y desarrollada con Rhinoceros Merckii en el último período interglaciar, al lado del Musteriense antiguo, como se puede ver en Ain, en el jura y en Villefranche-sur-Saone.

Esta evolución v duración de las industrias de talla bifacial, además de estar garantizada en las playas y terrazas de Francia e Inglaterra, la corroboran también las formaciones de las terrazas del Alto Garona, de 55 m. y 60 m., formadas en el Mindeliense, y en las cuales aparece in situ el Achelense, y rodados de terrazas superiores algunas piezas abbevillienses. Después, en los limos superpuestos y en la capa reciente de encima va apareciendo el Achelense final, con una fuerte pátina de desgaste eolítico. Por último, encima se halla una industria llamada Languedociense, asociada a formas musterienses. En la terraza más baja, de 30 m., las graveras de la base contienen Achelense, arrastrado de los limos, y el loes de la fase precedente, en tanto que en el loes reciente que se colocó sobre ellas aparece intacto el Languedociense.
En la Riviera el Achelense sucede al Clactoniense, después de períodos más o menos largos.
En Marruecos el Achelense aparece sobre la plava del mar tirreniense y continúa en las formaciones de dunas y terrenos calizos que se superpusieron a aquélla. Sobre él aparecen dos niveles levalloisienses y después se hallan limos rojos conteniendo Micoquiense y Mustero-Tayaciense grosero. Los yacimientos de esta cultura en el interior son relativamente abundantes y los reseñamos brevemente más adelante.
Otra industria de lascas la constituye el Levalloisiense, caracterizado por amplias lascas sin retoques bifaciales, cuyo más antiguo nivel nos aparece en los terrenos desgastados por la solifluxión del Rissiense. Así, el Levalloisiense I comienza a desarrollarse tras el Clactoniense, en la segunda parte del interglaciar Mindel-Riss, apareciendo junto al Achelense III en las terrazas del Somme. Nos ofrece solamente piezas toscas y macizas. Un Levalloisiense II de lascas más ligeras aparece encima, pero siempre igual que el Clactoniense; es un conjunto de lascas retocadas, sin hachas de mano, estando ambos acompañados por Elephas Primigenius, Rhinoceros Tichorhinus, buey almizclado y reno, desarrollándose, pues, antes de la desaparición de las condiciones frías del período glaciar Rissiense, que formó los niveles de tierras de tejar superpuestas a los altos fondos de Crayford, en las terrazas del Támesis y dé los valles del Somme, Aisne y Oise. A continuación las terrazas del norte de Francia nos dan un Levalloisiense III y IV, con fauna cálida (Elephas antiquus, de tipo tardío, Rhinoceros Merckii e Hippopotamus major), caracterizado por el papel, ya muy importante, que juegan las hojas en el conjunto del utillaje. Los niveles con puntas bifaciales muy planas, análogas a las de la Micoque, aparecen allí, como se ve en Montiers.
Con este Levalloisiense IV se cierra un primer ciclo de industrias levalloisienses. Ninguna de estas facies citadas aparecen en el loes. Por el contrario, las dos primeras han sido severamente solifluxionadas por las condiciones glaciares del Riss, y las últimas, por las del Würm, siendo destruidos por la acción erosiva de estos fenómenos, los terrenos que las contienen in situ.
En la base del loes reciente, entre los guijarros arrastrados hasta allí, se abre un segundo ciclo con el Levalloisiense V, que está fuertemente matizado de influencia achelense. Se caracteriza por sus tipos de amplias y largas lascas y ligeras y fuertes hojas con el bulbo de percusión preparado. Son piezas cordiformes y triangulares, que todavía se distinguen claramente a continuación del Levalloisiense VI, que descansa sobre la solifluxión del Würmiense II y se caracteriza por la aplicación de la talla bifacial, por sus lascas triangulares y por sus numerosas hojas. Una tipología parecida muestra el Levalloisiense VII, que aparece a continuación y que se localiza en los arrastres del Würmiense III. En él las lascas finas y las hojas triangulares de aristas convergentes predominan, pero con ellas aparecen también puntas y raspadores parecidos al Musteriense y debidos probablemente a su influencia. En esta facies los bulbos de las lascas son frecuentemente muy salientes.
Tal desarrollo y cronología del Levalloisiense se corrobora en varios hallazgos, como el de Markleeberg, en el Sarre, donde el Levalloisiense III y IV aparece en los depósitos interglaciares del Mindel-Riss. En Marruecos se encuentra el Levalloisiense en Casablanca, entre las formaciones subáreas superpuestas a playas milacienses de 60 m., siendo, por lo tanto, allí más antiguo que en el Somme, donde aparece asociado al Achelense III hacia el final del período glaciar Mindeliense. Todavía se hallan nivelles con lascas levalloisienses en los depósitos subáreos superpuestos a los niveles achelenses de la playa de 30 m. de El Hank-Carrière Martín, cerca de la misma ciudad de Casablanca.
Otra industria derivada, como el Levalloisiense, de la técnica de tallar la piedra a base de lascas, de las que se obtienen los toscos instrumentos del utillaje lítico, es el Tayaciense, que aparece en Dordoña a partir del Achelense III. El Tayaciense se caracteriza por su pequeño bulbo de percusión y su plano de ruptura liso, largo y oblicuo. Esta industria se ve cada vez más influida por la técnica de preparación de los planos de percusión levalloisienses.
Los instrumentos tayacienses muestran unos retoques en los bordes de las lascas, que no obedecen a una idea fija, y nos permiten observar claramente como esta industria evoluciona progresivamente hasta crear el Musteriense típico.
En la Micoque (Dordoña), yacimiento importantísimo para todos estos períodos, el Tayaciense se interrumpe por cuatro niveles periglaciares: Riss 1, Riss II, Prewürm y Würm. Después de la segunda fase periglaciar, ya se parece mucho a un Protomusteriense. Después de la cuarta fase, el,Tayaciense es substituido por el Micoquiense clásico, de piezas de talla bifacial lanceoladas del último interglaciar.
En Marruecos el Tayaciense aparece en los cortes de las graveras fluviales, superpuestas a la playa abandonada por el mar siciliense. Según Neuville y Ruhlmann, esta industria dataría ya del comienzo del período interglaciar Günz-Mindel y sería anterior a la playa milaciense y mucho más antiguo que en Francia. En Portugal ha sido bien localizado el Tayaciense; sus útiles son pequeños, y el Tayaciense I podría ser contemporáneo en nuestra Península al Clactoniense. Pero el verdadero Tayaciense es posterior al Achellense antiguo, según, H. Breuil, a quien seguimos en nuestra exposición.
Finalmente, el Musteriense es una industria ya conocida desde antiguo, y dentro de la cual se incluían muchos de los períodos ahora diferenciados. Se caracteriza por sus lascas de plano de percusión preparado con un retoque de hábiles golpes, e incluso llega a mostrar piezas de talla bifacial (Musteriense de tradición achelense de la terminología antigua). La técnica del Musteriense varía mucho, siendo diferente la de un nivel de la del otro, aun dentro del mismo yacimiento, y recoge, por ejemplo, la tradición tayaciense, en La Quina y la de la técnica levalloisiense en Le Moustier, que dió nombre a este período.
En otras estaciones, muestra una clara influencia achelense con sus piezas cordiformes de talla bifacial. En gran parte, las diferencias de está cultura, ya más desarrollada que las anteriores y en posesión de varios recursos para tallar la piedra, se deben al material usado.
El Musteriense típico es interglaciar en Alsacia y en Alemania, como lo prueba la fauna que le acompaña en el célebre yacimiento de Ehringsdorf, cerca de Weimar. Luego, durante el Würmiense, es cuando vemos multiplicarse esta industria con lascas retocadas, con puntas, raspadores, etc., y así se nos muestra en las regiones clásicas de Francia. Pero también aquí abundan los hallazgos, como el de Aurillac, donde Boule recogió in situ, en un terreno formado en el interglaciar Riss-Würm, un hacha cordiforme de tradición achelense, pero musteriense, y del mismo interglaciar aparece Musteriense en el Saona, Ain y jura, Sobre la Riviera lo hallamos en la cueva de Grimaldi, abandonada por el mar al retirarse cuando se inicia la última glaciación, siendo aquí todavía contemporáneo de una fauna cálida (Elephas antiquus, Rhinoceros Merckii e Hippopotamus major), pero continuando luego con tina fauna fría, hasta que le substituye el Paleolítico superior.
En Dordoña se hallan ya formas musterienses después de la fase periglaciar del Riss II. Pero el verdadero Musteriense de las cuevas de esta región no aparece sino con una fauna templada, y lo constituyen piezas cordiformes triangulares, de talla bifacial, a veces terminadas en hachitas, frecuentes en yacimientos como Isturitz y en los de la zona cantábrica, así como otros útiles clásicos de esta industria, sobre todo puntas y raederas.
Luego desaparecen las piezas de talla bifacial, para volver a reaparecer al final del Musteriense asociadas a los cuchillos o puntas asimétricas llamadas del Abri Audi, con el borde retocado, y a numerosas hojas que anuncian el Paleolítico superior.
Con relación al norte de África, aunque más adelante citaremos los principales yacimientos, queremos señalar aquí como en estas regiones del África blanca la cultura musteriense ofrece un singular interés. En Marruecos se encuentra ya una facies tayaciense-musteriense muy basta en los limos rojos superpuestos a los depósitos con Levalloisiense. Aparece también en las formaciones subáreas que se sobreponen a la playa Grimaldiense.
Así, por una parte parece que el Musteriense africano es más antiguo que el europeo, pero lo que es casi seguro es que ha perdurado en algunos lugares de África del Norte mucho tiempo y ha evolucionado hacia industrias especiales cuya cronología es el caballo de batalla de todo el Paleolítico superior norteafricano, aun por resolver por falta de buenos yacimientos con estratigrafía segura para establecer conclusiones claras. Además, en el orden geológico, como ya hemos indicado, tampoco es firme el paralelismo entre los períodos glaciares europeos y los períodos pluviales de los trópicos.
La distribución general de esta cultura, desarrollada por la raza de Neanderthal muy primitiva y que conocemos bien gracias a varios hallazgos europeos y asiáticos, parece indicarnos que el Mediterráneo en general ha sido en toda su cuenca el principal teatro de su desarrollo, jugando un importante papel los pueblos norteafricanos donde esta industria se impuso al final del Paleolítico inferior que ahora se viene llamando Paleolítico medio.
El Musteriense parece haberse infiltrado hacia el Sáhara, donde se incrusta con otras culturas, tal vez con restos tardíos de industrias achelenses y levalloisienses, dando lugar a un gran- ciclo cultural sahariense de típica base musteriense, el Ateriense-Esbaikiense, cuya tipología nos es bien conocida por abundantes yacimientos, pero no así su cronología. En general puede decirse que este Paleolítico medio africano ha perdurado más en el interior que en la costa, donde mucho más pronto fué eliminado el Musteriense y los hombres de Neanderthal, por la raza y cultura Capsiense, facies africana del Auriñaciense con la cual se inicia el Paleolítico superior en aquellos territorios.
Ya hemos indicado que del Musteriense norteafricano ha nacido la cultura del Ateriense y el Esbaikiense, ambas establecidas y bautizadas por Reygasse y de características tipológicas bastante diferentes, aunque ahora muchos investigadores tienden a considerar ambas denominaciones como facies de una misma industria.(21)
La primera recibió su nombre del yacimiento de Ued Djebbana en el Borj de Bir el Ater (provincia de, Constantina). Se caracteriza por los conjuntos de útiles musterienses más o menos finos, pero sobre todo por unas típicas puntas talladas sobre unas lascas anchas y retocadas en su base hasta obtener un pedicelo corto. Se trata seguramente de puntas para azagayas. También se ve en esta cultura un desarrollo del retoque del sílex y un acercamiento a obtener lascas finas, casi hojas, sobre las cuales se logran bien retocados buriles poliédricos, raspadores aquillados, raspadores en el extremo de fuertes hojas, hojas de dorso rebajado y otros útiles con retoques en todos sus bordes. Se ve un predominio de los buriles sobre las puntas y de los raspadores sobre las raederas, con lo cual se logra una superación técnica del Musteriense clásico y un acercamiento a las formas de las industrias del Paleolítico superior.
El Ateriense aparece muy extendido por el Sáhara, y sólo aislados hallazgos se sitúan también hacia Egipto y el África del Sur. Sin embargo, su centro parece ser la zona del Sáhara, Marruecos y Argelia (figura 6). Bourcart lo situó en Sebjara Tuila (Gara Merabta) y Reygasse lo localizó en el Tidikelt; comprobando como el Ateriense del sur del Sáhara es idéntico al de las zonas del norte. Muy importante es el yacimiento de Karuba, en los alrededores de Mostaganem, estudiado por Doumergue, (22) y que fué discutido y visitado por varios especialistas franceses, llegándose entonces de una manera clara, por primera vez, a la conclusión de que la industria ateriense del mismo era más antigua que la de aspecto auriñaciense, o sea capsiense.
Hoy los yacimientos aterienses del Sáhara son cada vez más abundantes. Nosotros mismos hemos situado piezas típicas de esta cultura en varios lugares de nuestros territorios saharianos y que son estudiadas en otros lugares (figura 7). Así se puede decir que esta cultura estuvo allí muy generalizada y arraigada. Incluso su gran invento, la punta con pedicelo, al parecer no se pierde y, al infiltrarse por aquellos territorios las industrias de hojas, esta punta abundara, observándose en el Sáhara occidental la aparición frecuente de puntas de tipo ateriense elaboradas sobre hojas de muy difícil cronología, pero que nos inclinan a admitir su influencia en las puntas pedunculadas y con aletas que tanto abundan en todo el Paleolítico superior y Neolítico sahariense. De la riqueza y variedad tipológica del Ateriense pueden darnos idea las prospecciones realizadas por el Teniente César en la región de Tabelbala y que utilizó H. Breuil (figs. 8 a 10). Puntas de pedicelo sobre anchas y finas lascas de unas a otras retocadas sobre hojas, apareciendo también puntas finamente retocadas difíciles de separar, tipológicamente, del Solutrense europeo. También hallamos unas típicas raederas talladas en estuches de tres radios. Todos estos tipos los veremos repetirse en yacimientos de nuestro Sáhara como el de la sebja de Yerifia y otros (fig. 11), precaviéndonos estos hallazgos aislados, no sólo de las dificultades de clasificación tipológica, sino también de lo difícil que resulta establecer conclusiones cerradas sobre la evolución cultural de tan extensos territorios aun poco explorados y donde nos faltan en absoluto buenos yacimientos con estratigrafía segura, en contraste con la abundancia de estaciones riquísimas por la tipología de sus materiales, pero que siempre aparecen al aire libre, no dándonos, por lo tanto, una base firme para sostener el sucesivo desarrollo de aquellas culturas que la industria ateriense del mismo era más antigua que la de aspecto auriñaciense, o sea capsiense. Hoy los yacimientos aterienses del Sáhara son cada vez más abundantes. Nosotros mismos hemos situado piezas típicas de esta cultura en varios lugares de nuestros territorios saharianos y que son estudiadas en otros lugares (figura 7). Así se puede decir que esta cultura estuvo allí muy generalizada y arraigada. Incluso su gran invento, la punta con pedicelo, al parecer no se pierde y, al infiltrarse por aquellos territorios las industrias de hojas, esta punta abundara, observándose en el Sáhara occidental la aparición frecuente de puntas de tipo ateriense elaboradas sobre hojas de muy difícil cronología, pero que nos inclinan a admitir su influencia en las puntas pedunculadas y con aletas que tanto abundan en todo el Paleolítico superior y Neolítico sahariense. De la riqueza y variedad tipológica del Ateriense pueden darnos idea las prospecciones realizadas por el Teniente César en la región de Tabelbala y que utilizó H. Breuil (figs. 8 a 10). Puntas de pedicelo sobre anchas y finas lascas de unas a otras retocadas sobre hojas, apareciendo también puntas finamente retocadas difíciles de separar, tipológicamente, del Solutrense europeo. También hallamos unas típicas raederas talladas en estuches de tres radios. Todos estos tipos los veremos repetirse en yacimientos de nuestro Sáhara como el de la sebja de Yerifia y otros (fig. 11), precaviéndonos estos hallazgos aislados, no sólo de las dificultades de clasificación tipológica, sino también de lo difícil que resulta establecer conclusiones cerradas sobre la evolución cultural de tan extensos territorios aun poco explorados y donde nos faltan en absoluto buenos yacimientos con estratigrafía segura, en contraste con la abundancia de estaciones riquísimas por la tipología de sus materiales, pero que siempre aparecen al aire libre, no dándonos, por lo tanto, una base firme para sostener el sucesivo desarrollo de aquellas culturas.
Muy cercano al Ateriense, y como en contacto con él, se sitúa en el Sáhara, con relativa frecuencia, otra industria también muy abundante llamada Esbaikiense. El Esbaikiense recibe su nombre del Borj de Sbaikia, en la región del sur de Constantina, en Argelia, y se caracteriza por la perfecta talla bifacial que ofrecen las típicas puntas semejantes a pequeñas hachas achelenses de 7 a 8 cm. A veces miden solamente 4 cm, y siempre están talladas sobre lascas de sílex con habilidad y perfección suma. Son de forma oval alargada y puntiaguda en ambos extremos hasta recordarnos el Solutrense europeo, con cuyas piezas de tamaño mayor coinciden exactamente. Estas bellas piezas bifaciales debieron ser puntas de lanza o de flecha las mis pequeñas, siendo notable su perfección (fig. 9).
Reygasse clasificó al principio esta industria como un "Solutrense" arcaico, cercano al Paleolítico inferior. Otros pensaron en un Achelense evolucionado. La continuidad de la talla bifacial es indudable. Ambos juicios hoy los creemos, no disparatados, sino lógicos, sobre todo cuando "in situ", en la serie cada vez más numerosa de yacimientos del Sáhara, vemos esa permanencia de la talla bifacial desde el círculo cultural del hacha de mano achelense hasta las puntas finísimas del Neolítico sahariense. Como si fueran un solo ciclo evolutivo: Achelense, Esbaikiense, Neolítico, se enlazan técnicamente, y tal vez un día en el Sáhara hallemos una posible continuidad, pudiéndose pensar, cada vez con mayor razón, que el Esbaikiense y el Solutrense europeo sean un mismo ciclo cultural, aunque Pallary y casi todos los prehistoriadores sostienen que nada tienen que ver ambas culturas. (23)
El Esbaikiense se sitúa por todo el norte de África, desde Egipto hasta el Sáhara, habiéndose señalado en las industrias esbaikio-solutroides, además de casi todas las regiones del África del Norte, en el oasis de Kharga, en Bambata y Still-Bay ya en África del Sur, etc.
Si parece lógico pensar que de un Musteriense perfeccionado haya salido el Ateriense, v de un Achelense evolucionado el Esbaikiense, no es hoy posible fechar cuándo estas culturas se han formado y cuándo han desaparecido.

También es preciso tener en cuenta la tendencia a unir ambas culturas. Parece lo más probable que las culturas Ateriense y Esbaikiense sean facies musterienses del norte de África que hayan perdurado largo tiempo, cuando ya los pueblos capsienses introductores de la industria lítica de hojas florecían en las regiones costeras del Tell, al norte del Sáhara y el sur tunecino, y tal vez en Egipto, donde el Sebiliense sería una de sus facies, como veremos al estudiar a continuación la cultura con industria de hojas venida del este que llamamos en África con el término general de Capsiense.
Es posible que la evolución y sucesión de Esbaikiense y Ateriense, aunque no sean una misma cultura como hoy se inclinan a admitir varios especialistas, sí hayan sido sincrónicas en todo el norte de África y que hacia el occidente del Sáhara y sur de Marruecos estas industrias de origen musteroachelense perdurarán más tiempo.
Todavía se ha añadido en el Paleolítico inferior europeo otro mundo industrial que H. Breuil señaló abundantemente en el sur de Francia y que él ha denominado Languedociense, aun no señalado en África del Norte.
Es una industria de simples guijarros tallados en su superficie con hábiles golpes, a veces por las dos caras, como las hachas achelenses. Se halla esta industria en las terrazas de 55-60 m. mindelienses y en las de 30 y 15 m. del Alto Garona in situ en el loes reciente, o ligeramente rodada, en la terraza de 15 m. procedente de las terrazas superiores más antiguas, ofreciéndonos entonces unos golpes para una mejor adaptación a la mano, como la industria que aparece en las márgenes del Mira en Portugal, y que se ha denominado Miriense.
Esta industria se continúa, al menos en España, durante el Paleolítico superior, hasta el Asturiense del período Mesolítico, siendo enormemente abundante en las playas portuguesas cuaternarias.

En África todavía no ha sido situada, pero no sería extraño que un día se encuentren hallazgos de esta industria.
Con los nuevos estudios y clasificaciones, ahora elaborados por los geólogos y, prehistoriadores, se ha roto el cuadro simple y sencillo que hasta hoy teníamos sobre, el Paleolítico inferior. Muchos problemas que aquél planteaba, sobre todo a los geólogos, se han resuelto ahora, pero a su vez las condiciones de clima y propiedades de la materia prima, con la que se obtienen aquellos utensilios de piedra los cuales guían a los arqueólogos, han complicado la clasificación de los materiales y han abierto discusión sobre relaciones de unas industrias con otras y sobre supervivencias y otras cuestiones nuevas, como las que se van resolviendo acerca de los procedimientos de la técnica de tallar la piedra.
Breuil hace notar a estos efectos la coincidencia de las industrias de lascas con la aparición de los climas fríos.
Parece ser que los movimientos de la fauna ártica coinciden con las gentes que elaboran esta industria de lascas.
Se supone que los glaciares del norte y del noroeste obligaban a las tribus y a los animales de estas regiones a buscar su vida hacia el sur. Allí desarrollaban sus industrias de lascas cuando las gentes de la cultura del hacha de mano de talla bifacial que vivían a costa de los animales de clima tropical y acostumbrados a un ambiente cálido, se retiraban hacia el sur.
Después, durante los períodos interglaciares, se producía el movimiento inverso, pero siempre con una extraordinaria lentitud y seguros entrecruzamientos entre los que avanzaban y los rezagados, que no se retiraban sino lentamente, empujados por la paulatina evolución del ambiente.
Además, la experiencia técnica de la talla del sílex nos dice por qué el Clactoniense I y el Levalloisiense I y parte del II y V y los Musterienses en general, sólo han empleado la industria de lascas, tallando el sílex por percusión de piedra contra piedra, ya que pertenecen a etapas frías glaciares y sabemos hoy, por las experiencias de Coutil, Breuil y Reid Moir y otros, que la talla bifacial a base de golpes diestros con mazos de madera no es posible cuando el sílex está helado. Así, el Clactoniense II, el antiguo Chelense y Achelense y los Levalloisienses III, IV y VII ofrecen esta práctica de la técnica de tallar el sílex con la madera, pues se desarrollaron en períodos cálidos interglaciares.
Mejor que cualquier otra explicación el adjunto cuadro de la página 37, dará una idea completa al lector de la evolución cultural del Paleolítico inferior y la situación de cada cultura arqueológica en relación con las etapas geológicas correspondientes, así cómo la fauna que las acompaña y la época de los más antiguos restos humanos hallados todos en Europa, pues fuera de nuestro continente no han aparecido fósiles del hombre anteriores a la raza de Neanderthal, si exceptuamos los "antropos". Pithecanthropus Erectus (Java), Sinanthropus Pequinensis (China), Africanthropus Njassensis (Lago Nyasa, África Oriental); seres de aspecto humano, pero aun no propiamente hombres, aunque sí parece fueron capaces de desarrollar una industria, al menos comprobada para el Sinanthropus y también el Pithecanthropus. Pero sobre este problema no hemos de insistir en nuestro breve resumen que sólo aspira a ser una introducción útil para el estudio de la Prehistoria norteafricana. (24)
Cuadro de repartición de las indústrias paleolíticas del cuternario en Europa occidental
El Paleolítico inferior en África del Norte. - Durante toda la enorme etapa cronológica que representa en la Historia humana el desarrollo del Paleolítico inferior, las diferencias entre África. Europa y aun Asia anterior no son muy grandes, pudiéndose poblar al menos hasta el Musteriense de una misma línea unitaria de desarrollo. Hasta hoy son los hallazgos europeos los más abundantes y mejor sistematizados. A base de ellos se ha podido realizar la clasificación de esas series cada vez más numerosas de útiles de piedra tallada que las investigaciones prehistóricas en todos los continentes van proporcionando cada día más abundantemente. En cuanto al África del Norte, se van situando cada año nuevas estaciones prehistóricas, pertenecientes a los dos grandes mundos industriales que vivieron en aquellas largas edades: el ciclo industrial de lascas talladas y el de los útiles de talla bifacial. Naturalmente, los hallazgos africanos no ofrecen hasta hoy la abundancia necesaria para poder mostrarnos una construcción tan sistemática como la que ofrecen los vestigios de estas industrias en Europa. Se está aún en período de recolección de útiles y de situar estaciones, pero ya es mucho lo avanzado en estos últimos años. La mayoría de los hallazgos se agrupan en las zonas del Oranesado, Argelia, Túnez y Egipto. Últimamente Marruecos va siendo rápida y concienzudamente estudiado. Quedan las zonas desérticas como las menos conocidas, y sólo hallazgos casuales, producto de prospecciones superficiales, nos guían por regla general en el conocimiento del Paleolítico inferior de aquellas extensas regiones. Brevemente resumiremos los hallazgos hasta hoy situados pertenecientes a las culturas descritas del Paleolítico inferior del norte de África, citando separadamente los del Valle del Nilo, los de Túnez y Argelia, los de Marruecos y, finalmente, aquellos hallados en el Sáhara y África occidental, que son los que más directamente se enlazan con las estaciones de nuestros territorios.(25)
Valle del Nilo. - Uno de los grandes valles cuaternarios del norte de África es el que ha abierto el río Nilo. Desde muy antiguo se hallaron en Egipto piezas,talladas de sílex de gran perfección, pero siempre se intentó relacionar con la gran civilización antigua de Egipto los restos líticos de todas las culturas prehistóricas anteriores.
Hoy poseemos ya diversos trabajos sobre el Paleolítico de aquella región, debidos sobre todo a Vignard, Bovier-Lapierre, Schweinfurth, Sandford y otros.
Gracias a estas investigaciones, las terrazas del Nilo han sido objeto de diversos ensayos. Chantre y Schweinfurth distinguían dos, en los alrededores de Tebas: la de 60-65 m. y la de 10-15. El segundo clasificaba a la primera, que le había proporcionado (además de eolitos) una industria de lascas emparentadas con el Clactoniense, como un depósito lacustre con Unio Sweinfurthi (extinguida) y con Aeteria Caillaudi, y la segunda, la consideró como depósitos de tierra con Melanopsis aegyptyaca.
Vignard pudo observar en la elevada meseta de Nag-Hamadi (Alto Nilo) talleres achelenses donde todo había quedado in situ, y donde pudo constatar que las piezas tenían su plano de percusión sin haber sido preparado, mientras en el yacimiento un poco alejado, de tradición levalloisiense, de Abd-El-Nur, las piezas de talla bifacial achelenses son unas veces ovales, otras lanceoladas y, más raramente, en forma de puñal-es foliáceos o de "picos", lo que había sido también observado por Schweinfurth al noroeste de Tebas.
C. G. Seligman estudió también los depósitos de este distrito y observó las mismas formas.
Sandford ha tratado de definir, desde hace varios años, la posición de las industrias en relación con las terrazas del Nilo. Hasta el momento no ha encontrado más que piezas de superficie, y no rodadas, sobre la terraza de 100 pies. En ésta, el Abbevilliense (Chelense) y el Clactoniense se encuentran aislados en estado rodado, siendo este último menos abundante y apareciendo menos erosionado. En la de 50 pies, el Achelense está rodado a su vez, mientras aparecía en la terraza anterior completamente en la superficie. La terraza de 25 pies también contiene Achelense, apareciendo el Levalloisiense en su superficie. A su vez esta industria levalloisiense se encuentra rodada en la terraza de 10 pies.
Un yacimiento de gran interés es el de los areneros de El Abbassieh, cerca de El Cairo (orilla derecha del Nilo). Aparece en una formación de arrastre de 20 M. de espesor, donde el Padre Bovier-Lapierre no encontró nada en los io m. más profundos. A media altura aparecieron grandes lascas retalladas con retoques diversos y no acompañadas de piezas bifaciales. Éstas se sitúan encima del estrato anterior talladas en sílex y en gres; las unas, hechas de un guijarro tallado someramente, de aristas en zigzag y punta piramidal; las otras, en forma de triedros con punta aguda.
Entre los 5 y 3 m. aparecen las piezas bifaciales clásicas de forma de almendra asociadas a hojas triangulares; tienen aún los bordes en zigzag. Finalmente, entre los 3 y 1 m. hallamos el Achelense superior muy fino. En la superficie, superpuesto a unos niveles con piezas bifaciales más antiguos, se halló un taller levalloisiense de carácter evolucionado, con núcleos de arranque triangular, lascas correspondientes y hojas con plano de percusión preparado por pequeños retoques sobre el núcleo; hay también raspadores, perforadores y hojas con muescas.
En el Gebel, también se han encontrado, aunque mezclados con tipos bifaciales, cordiformes evolucionados muy finos, lascas con plano de percusión, unas veces preparado y otras no, y núcleos discoidales gruesos subcirculares. Un fenómeno parecido ofrece el yacimiento de Abd-El-Nur, cerca de Nag-Hamadi, donde Vignard demostró la independencia en estas estaciones, de la industria de carácter levalloisiense y de los yacimientos achelenses, e hizo de ello una excelente descripción.
Seligman ha publicado un magnífico trabajo sobre la misma industria de los alrededores de Tebas; estudia, en él los núcleos redondeados o subcirculares, algunas veces en forma de media luna (tipo especial de Egipto), el utillaje de las hojas y lascas triangulares de aristas convergentes, algunas veces apuntadas, con muescas laterales o terminadas en raspadores; señala en él, excepcionalmente, una especie de raspador carenado, un ensayo de buriles y algunas puntas pedunculadas de tipo ateriense. La posición de esta industria ha sido estudiada en sus relaciones con las terrazas del Alto Egipto por K. S. Sandford, que la ha encontrado en la superficie de la terraza de 25-30 pies.
Esta industria egipcia se puede - según H. Breuil - relacionar más con el Levalloisiense medio de Europa, que con el verdadero Musteriense.
En la región del desierto de Libia occidental, alrededor del oasis de Siva, el capitán Cunnington recogió, entre otro utillaje, puntas pedunculadas y de hojas de laurel que Breuil cree se trata aún del Ateriense o de su influencia.
En Beraeis (noroeste de Kordofan), Seligman recogió una industria con discos de pequeño tamaño y lascas poco retocadas, que tienen también un aspecto musteríense análogo a los que encontraremos de nuevo en las fuentes del Zambeza, pues estas industrias levalloisienses parecen relacionarse con otros yacimientos del este y sur de África.
Túnez, Argelia y Marruecos. - Desde Egipto ya no vuelven a situarse nuevos yacimientos del Paleolítico inferior hasta. Túnez. Cerca de Gafsa, Collignon (1886) y más tarde Boudy (1906) observaron aluviones antiguos con superposición de industrias achelenses y musterienses bien estudiadas recientemente por Vaufrey (1932). Los útiles achelenses finos aparecen cubiertos por los sílex musterienses de tradición levalloisiense. Hechos análogos han sido observados por Gobert en Tamerza-Gafsa (Dj. Redeyef).
De esta misma región es el yacimiento de Sidi Mansur (2 Km. de Gafsa), situado en las márgenes del Bayech, donde Boudy halló un corte de 15 m., con cuatro niveles con industrias superpuestas: 1º, almendrillas con Musteriense antiguo (o Levallois?); 2º lechos cenicientos con Musteriense típico (sin hachas); 3º capa de loes que tiene en su base Musteriense con puntas pedunculadas, hojas y raspadores; 4º, sobre este último se extienden niveles con industrias del Paleolítico superior.
En la región sur de la provincia de Constantina, Latapie y Reygasse descubrieron en los areneros cuaternarios de Clairfontaine (60 Km. al norte de Tebesa), utensilios chelenses muy toscos y del Achelense, mientras que en El Ma-el-Abiod (28 Km. al sur de Tebesa) encontraron una admirable estación con hachas lanceoladas muy bellas y muy finas del Achelense superior, junto con lascas y puntas de técnica no musteriense.
En la base del antiguo estanque de Djebel Ouach (Constantina), mezclados con guijarros, se encuentran útiles toscos de cuarcita (Debruge), y encima aparece una formación de travertino, en cuya base abunda el Musteriense.
También está bien representado el Achelense en varias estaciones hacia Argelia y el Oranesado.
De gran interés es el estudio realizado por Gentil de las arenas del lago Karar, cerca de Montagnac (Orán). La industria que allí aparece ofrece hachas de talla bifacial lanceoladas y también otras de ancho filo o corte. Breuil cree que se trata de un Achelense evolucionado. Sobre todo es de gran interés la fauna abundante recogida y estudiada por Boule. Aparece el Elephas atlanticus (próximo al Meridionalis), Rhinoceros mauritanicus (próximo al sinues actual), el hipopótamo, una gran cebra, el Bubalus antiquus, etc.
El yacimiento de Ternifine (Orán) nos muestra una industria aun más arcaica, de talla bifacial, pero con la misma fauna del lago Karar.
Los areneros de Uzidan, cerca de Tlemecen (Orán), ofrecen también hachas almendraloides de talla bifacial, de gres duro y caliza, según hallazgos de Dournergue, Bleicher y Pallary.
Este último arqueólogo ha situado esta misma industria y fauna cálida en Palikao (Orán) (fig. 34). En Ammi-Mussa (Orán), Estaunié constató la existencia de lascas Levallois en caliza, algunas veces asociadas a piezas de talla bifacial, en la terraza que domina el uad Riú; el Musteriense de puntas pedunculadas (Ateriense), también se encuentra aquí, pero superpuesta a la terraza de 30 m.
Esta cultura, Musteriense ofrece varias estaciones en todo el norte de África, con notable tipología evolucionada, según hicimos constar, dando lugar a los ciclos culturales del Ateriense y del Esbaikiense.
En Um-et-Tine, Reygasse ha estudiado una estación musteriense superior con puntas pedunculadas, numerosos raspadores, raederas y núcleos discoidales muy numerosos, sin mezclarse a una estación paleolítica superior muy próxima.
En la orilla del Djebbana, en Bir-el-Ater (Constantina), Reygasse encontró por primera vez esta variedad norteafricana del Musteriense con puntas pedunculadas. Aparecía situado en unos hogares subyacentes a 7 m. debajo de los depósitos que sostienen un basurero del Paleolítico superior. De esta estación denominó a. esta civilización musteriense evolucionada: Ateriense.
Debruge, Pond y Colly han constatado también la misma sucesión en Aín-el-Muliaád y El Ubira (3,5 Km. de Tebesa, Constantina).
Un Musteriense de puntas normales sin pedúnculo, raederas y raras hachas bifaciales cordiformes ha sido observado en Fedj-el-Botna (70 Km. al sur de Tebesa), por Reygasse. Este mismo arqueólogo observó en las estaciones de Aín-el-Mansurah y 'de Chebka-el-Djediane (Constantina) la tímida aparición del pedúnculo.
El Musteriense de Constantina se encuentra también en cuevas, como lo demostró Debruge. Este halló, en efecto, puntas pedunculadas en la base del relleno de las cuevas del Muflón y de los Osos (Constantina).
Lo mismo ocurre en yacimientos costeros como la cueva de Alí-Bacha (Bujía), donde aparece una industria musteríense más arcaica, subyacente a un Paleolítico superior, y, asociada a una fauna abundante, con Bubalus antiquus, grandes bueyes, antílopes, un rinoceronte, la gran cebra del lago Karar, etc.
Las cuevas de la provincia de Orán han proporcionado hechos análogos: Pallary, en la de los Trogloditas (Orán), descubrió, bajo el Paleolítico superior, una brecha con grandes lascas, algunas veces talladas en forma de puntas largas o raederas circulares, acompañadas de huesos de rinoceronte y de grandes bóvidos; se trata quizá de Levalloisiense.
A. Barbin, en el abrigo de La Muillah, cerca de Marnia, encontró una capa con Musteriense en cuarcita, debajo de un nivel con Paleolítico superior.
En la cueva de Aín-el-Turk (playa de Orán), Pallary pudo observar que la cueva estuvo en un tiempo sobre el nivel del mar, y fué entonces habitada por Musterienses que tallaban cuarcitas; después el mar penetró en la cueva y depositó conchas y guijarros, mientras los litodermos roían las paredes; después, habiéndose retirado el mar se formó un piso estalagmítico.
Pallary y Doumergue recogieron en Karuba (Sidi Medjub, a 4 Km. de Mostaganem) cuarcitas talladas musterienses o levalloisienses, mezcladas con los elementos de la, playa de 16-17 M. con Strombus. Allí hay unas dunas transformadas en gres con Helix, que presentan en su base un Musteriense tosco, contemporáneo de las cuevas litorales con Elephas atlánticus, hipopótamo y piedras, talladas, y por encima aparece -un gres amarillo, de origen eólico, de donde procede una punta con pedicelo; esta última industria se encuentra de nuevo en cuarcita, superpuesta a la playa -de 40 m., en el Molino de Karuba, Doumergue encontró, asociada a ella, una punta foliácea de aspecto solutrense tosco, hecho excepcional en esta comarca, pero que encontraremos normal en otras partes. La industria allí encontrada en la superficie del gres con Helix, separada de la playa de 40 m. por un estrato de guijarrillos, es notablemente más moderna que la de la playa de 17 m. Dos dunas más recientes cubren aún esta importante estación.
En Marruecos han sido encontrados esporádicamente útiles de aspecto achelense, algunas veces en estratos de guijarrillos duros, como por ejemplo, en Salsafat (Bourrilly), en Diabet de Mogador (Pallary), Guersif (Campardou) y en otras partes con tierra o arena roja, como en El Onck y Rabat (Pallary) o en la base de las gruesas dunas consolidadas de Casablanca, utilizadas como piedra de talla, y cuya superficie lleva Paleolítico superior.
Ciertas localidades de Marruecos, como Bab Merzuka, han proporcionado las hachas en forma de azuelas con filos anchos, ya señalados en otros lugares.
También merece citarse entre los yacimientos achelenses de Marruecos, el de la fuente de Tit Mellil (16 Km. de Casablanca), por haber dado la misma fauna que el lago Karar.
Una industria de grandes núcleos discoidales, lascas y frecuentemente pequeñas hachas bifaciales cordiformes, probablemente levalloisiense, parece abundar en Marruecos, por la vertiente mediterránea, como ya señaló Siret en las terrazas del valle del Muluya, en la región de Mogador y de Casablanca. Pallary señaló esta misma industria en Diabet y otros lugares, y Bourrilly en Salsafat (Marruecos oriental).
Existe también una facies musteriense en la cual aparecen muy pocas puntas pedunculadas o faltan en absoluto, como vemos en los acantilados de Larache, en Settat (Casablanca), Chichaua (Mogador). Esta misma cultura la reconoció también Campardou en la cueva de Kifan (Taza), subyacente al Paleolítico superior y descansando sobre una capa de madriguera de león, con oso, rinoceronte, etc.
A un Musteriense evolucionado, aunque no muy rico, pertenece el hallazgo de Beni-Gorfet, uno de los pocos yacimientos paleolíticos señalados en nuestra zona de Marruecos.(26)
El Musteriense de puntas pedunculadas, o Ateriense de Reygasse, está muy extendido a lo largo de la costa, lo encontramos desde Udija a Salsafat, Rabat y Mogador; Petit lo recogió en Kudiat-el-Hamra (Saf Cheria), en Marruecos oriental.
Un yacimiento típico de esta cultura está representado por la cueva de El Khenzira, región de Mazagán, con capas de gran interés estratigráfico.
Aunque es un yacimiento al que nos hemos de referir más adelante al tratar de la cronología del Capsiense (véase pág. 57, fig. 21), por su interés para establecer conclusiones sobre el Ateriense, nos detendremos brevemente en los resultados obtenidos por su excavador Ruhlmann. Se trata de un gran abrigo rocoso aprovechado por el hombre como lugar de refugio en distintas épocas y cuya excavación proporcionó tres claros niveles. El primero de ellos corresponde a un claro Musteriense medio de fuerte tradición levalloisiense y abundancia de puntas pedunculadas aterienses. El segundo es Musteriense típico. El tercero ofrece un material iberomauritánico antiguo, industria de hojas del cielo capsiense, de la cual ya hablaremos al tratar del Paleolítico superior norteafricano.
Así el corte de esta cueva, en cuanto al Musteriense marroquí, nos asegura dos etapas de esta cultura: una media y otra superior. Son capitales las conclusiones de Ruhlmann, a base de este yacimiento, en lo que se refiere al origen y cronología del Ateriense. Según este autor, se demuestra que la punta llamada ateriense es de la época del Paleolítico medio, se mezcla, como lo prueba El Khenzira, con un utillaje del Musteriense medio y es probable que los prototipos originales de esta punta procedan de épocas más antiguas.(27)
Sáhara, Mauritania y Senegal. - En muchos lugares del Sáhara, desde sus límites norte hasta los confines de las sabanas con vegetación de Nigeria o del Senegal, siempre en parajes próximos a las depresiones lacustres, se han observado allí donde existe la primera materia, sílex, gres, cuarcita o lidianita (Iguidi), grandes yacimientos del Paleolítico inferior, sobre todo Achelense y de épocas posteriores; las piedras talladas se encuentran intactas bajo la protección de la arena; en cambio, en las plataformas rocosas están terriblemente desfiguradas por la corrosión del viento.
De una estación a la otra los tipos no son uniformes; pueden señalarse facies de diversas épocas. Ciertas piezas más toscas están también más patinadas; podemos sospechar se trata de un Achelense, seguido de lascas menos patinadas y mejor talladas, después de tipos lanceolados, finos, asociados a numerosas azuelas, mucho más raros en Argelia, Marruecos y hacia el este, y a lascas levalloisienses diversamente retocadas, frecuentemente en bifaces ovoides o cordiformes. El utillaje es voluminoso donde hay cuarcita; en Iguidi, donde la lidianita le substituye, es más pequeño, y aquí los, tipos cordiformes, evidentemente bastante tardíos, se multiplican.
Se puede asegurar, a base de los yacimientos estudiados, que durante el Paleolítico inferior el Sáhara estuvo habitado sobre todo por gentes que nos dejaron buenos conjuntos achelenses caracterizados por finas hachas de mano de talla bifacial.
Las piezas, aunque desfiguradas por la erosión, nos permiten establecer diferencias entre unos yacimientos y otros, sin que ello nos ilustre sobre la época y desarrollo en aquella extensa región de esta cultura que ha dejado notables hallazgos recogidos por el Teniente César y el Coronel Roulet y el ayudante Fretay del ejército francés, a lo largo de la pista de Beni Abbes a Taodeni y de Taodeni a Tumbuctu. Iguidi, la depresión de Tabelbala (Sur de Oranesado), y los yacimientos de El Arauan, de Fum el Alba, de Unan, en el Sudán, forman la cadena de estos descubrimientos.
Hacia la Mauritania sahariense se señala el yacimiento Achelense de Um Muchyat (Makteir), debido al Capitán Augieras y el de Agamami (Azauad), en. el alto Senegal, señalado por Capitán, donde la materia, prima utilizada es el basalto compacto. Y aun cabe añadir los de Sari (Bundu, en el Senegal Central) y de Kayes (Guioimaka), en la ribera derecha del Senegal.
H. J. Braunholtz ha publicado unos útiles de talla bifacial procedente de Nigeria, muv voluminosos, de pórfido cuarcítico, hallados cerca de las minas de estaño, en los areñeros fluviales subyacentes a los ríos actuales de los alrededores de jos, meseta de Banchi: se trata ciertamente de vestigios, depositados de nuevo, del Paleolítico antiguo, quizá Achelense antiguo, mezclados en los aluviones con Paleolítico más tardío, con lascas levalloisienses en forma de hojas, puntas y raederas.
Mientras las piezas de talla bifacial del Achelense antiguo al Achelense final abundan en el Sáhara, por ser fácilmente distinguidas hasta por los prospectores menos experimentados, las industrias de lascas clactonienses, levalloisienses y derivadas sólo muy rara vez han sido localizadas, sobre todo en los períodos anteriores al Musteriense.
Petit ha señalado en pleno Sáhara, en las formidables estaciones de El Azrir 57 Tachenghit, junto con numerosas piezas de talla bifacial lanceoladas y sobre todo cordiformes y muchas hachas y azuelas de ancho filo, una industria con grandes lascas levalloisienses muy típicas: más no recogió los núcleos que debían acompañarlas. Breuil dice no haber encontrado esta industria ni en Argelia ni en Marruecos, ni tampoco está señalada más hacia el este, pero se encuentran piezas muy análogas en África del Sur, y las hay también semejantes en la India y, de época musteriense evolucionada, en la provincia de Santander.
César encontró también en la cueva de Chenachan, en Eglab (Iguidi), un pequeño Musteriense tallado en roca negra, sin piezas de talla bifacial ni puntas pedunculadas.
Hacia el Sáhara argelino, el abrigo de Hadjar Mabissut (Ain-Sefra) había ya proporcionado a Flamand una industria con anchas lascas retocadas, sin puntas pedunculadas, relacionándose sin duda con Levalloisiense o con Musteriense antiguo. Pero lo que domina en todo el Sáhara es el Musteriense de puntas pedunculadas, o sea la industria llamada Ateriense por Reygasse. Se encuentran estaciones en toda la extensión de este vasto desierto, de norte a sur y del Atlántico hacia la Tripolitania. Más allá no existen más que casos aislados en Egipto y aún, muy excepcionalmente, en África del Sur.
En Argelia-Túnez-Marruecos, esta civilización musteriense evolucionada produce tipos análogos a los del Paleolítico superior, como hojas frecuentemente apuntadas, raspadores diversos, pero en el Sáhara encontramos, además, tipos más especializados, como raros buriles, hasta sobre lascas con espiga, y también raspadores y abundantes hojas de laurel solutrenses. Parece que sea ésta la continuación de la civilización ateriense de más al norte, que habría perdurado y evolucionando en esta región durante el desarrollo del Paleolítico superior europeo, al menos en parte.
Otra forma especial abundante aquí son unas piezas con una doble o más frecuentemente triple muesca profunda, grande o pequeña, en forma más o menos de Y (figuras 10 y 11).
El Teniente Barthélemy recogió esta industria ateriense en Zafrani (Igli,); Gautier, Saint-Martin, Reygasse y Flamand lo hicieron en el Tidikelt, en Tassili, etc.; Foureau, en el Erg Issauan, y el gran Erg. César encontró esta industria en cantidad desde Tabelbala a Taodeni; en el Iguidi, a partir de Khettarn, la roca negra substituye a la cuarcita o al sílex. Más allá de Taodeni, hacia el Níger, las piezas pedunculadas son menos abundantes, pero siempre asociadas a magníficas puntas de hojas de laurel, alrededor de Unan y El Arauan (Coronel Roulet). Esto hace descender a esta civilización basta el 18 paralelo, y también aparece en la depresión del Rhir, en Gara Krima (Mya). J. Bourcart pudo observar perfectamente que, mientras las flechas neolíticas yacían en la superficie. de una corteza que recubría todos los terrenos antiguos, bajo ésta se encontraba la civilización ateriense y otras anteriores.
Hacia el África occidental, entre otras estaciones podernos citar el Ateriense de puntas musterienses y pedunculadas, en Uassadan (Auker, Mauritania interior), hallado por F. Saucin.
Laforgue cita unas raederas muy patinadas de Sari (Bundu, Senegal central), con pequeños bifaces. R. Furon encontró en Kaarta,, en Baulé (Alto Senegal Sudanés), además de un bifaz cordiforme, una industria de lascas sacadas de núcleos discoidales, con plano de percusión preparado y hojas, yaciendo en el barro amarillo que cubre los areneros de una terraza de 20 m. La analogía con series sudafricanas es sorprendente; algunas piezas menos patinadas recuerdan el Paleolítico superior.
Con todas reservas citamos, siempre siguiendo a H. Breuil, el taller con lascas y hojas toscas muy patinadas, Dublicado por Hamy, según el material recogido por el doctor Maclaud en la confluencia de Río Grande v de Féfini (Guinea portuguesa), y los raros útiles de cuarcita de Bosan Cheche (North Ashanti) y de Accra (en la costa), señalados por F. Migeod.
El Paleolítico inferior no estaba representado por hallazgo alguno en nuestros territorios del Sáhara; nosotros damos a conocer algunos yacimientos, pero con utillaje poco abundante en la segunda parte de este libro (figs. 5 y 12). Es de esperar que, tras los estudios geológicos del Cuaternario iniciados por Vidal, y que hemos reseñado en otro lugar, vayan situándose buenos y abundantes yacimientos de estas primitivas industrias humanas.
Un especial interés para realizar futuras búsquedas ofrecen las desembocaduras de los ríos, y sobre todo en la costa la zona del Aguerguer, donde se sitúan dunas consolidadas como la serie que va desde cabo Bojador a Villa Cisneros. Las regresiones marítimas seguras de nuestro litoral sahariense han de ofrecernos, tras recolecciones minuciosas, series de sílex tallados, con los cuales podrán aquéllas ser fechadas, como ya en parte se ha hecho con los parajes de otros lugares de la costa atlántica, tanto en Marruecos (Casablanca, Rabat), como en Portugal, donde Breuil y Zbyszewski han realizado una labor ejemplar por su método, claridad y firmeza de sus resultados, que es de esperar se repita en las costas atlánticas norteafricanas.

(18)1. Un magnífico resumen sobre esta cuestión se hallará en H. OBERMAIER, El Hombre fósil, Comisión de Investigaciones Paletnológicas y Prehistóricas, Memoria nº 9, Madrid, 1925, cap. I, págs. 1 a 20.
(19). Los primeros ensayos para clasificar los materiales arqueológicos de la Prehistoria se inician con V. Boucher de Perthes (1788-1868), el cual fué combatido por su espíritu a veces poco científico, a pesar de sus valiosas iniciativas y agudas observaciones. Se deben a E. Lartet (1801-1871), G. de Mortillet (1821-1898) y E, Piette (1827-1906) los fundamentos de la Prehistoria. G. de Mortillet dividió por primera vez el Paleolítico en los períodos Chelense, Achelense, Musteriense, Solutrense y Magdaleniense. Luego V. Commont añadió el Prechelense, y E. Cartailhac, el Auriñaciense.
(20) Seguimos en nuestra exposición del Paleolítico superior los trabajos de H. Breuil, al cual se debe la síntesis y el sistema organizado de las últimas investigaciones. Sus ideas renovadoras han sido expuestas en los siguientes trabajos esenciales recientemente publicados: H. BREUIL, Les industries à éclats du Paléolithique ancien. 1. La Clactonien, "Préhistoire", t. I, fasc. II, 1932; Id., Exposé de Titres et Bibliographie, 1929 (Candidature au Collége de France); Id., La Préhistoire, en Revue des cours et conféerences, 30, XII, 1929 (Cours inaugural du Collége de France); Id., Le Clactonien et sa place dans la Chronologie, note A la Société Préhistorique, nº 4, 1930; H. BRFUIL et G. ZBYSEZEWSKI, Contribution a l'étude des industries paléolithiques du Portugal et de leurs rapports avec la géologie du Quaternaire. Les principaux gisements des deux rives de l'ancien estuaire du Tage, vol. i; Comunicaçoes dos Serviços Geol. de Portugal, t. XXIII, Lisboa, 942; H. BREUIL et KOSLOWSKI, Etudes de Stratigraphie paléolitique dans le Nord de la France, en L Anthropologie, 1931, Págs. 449, Y 1932, págs. 27 Y 29; H. BREUIL, Le Paléolithique ancien en Europe occidentale el sa chronologie, en Bull. Société Pré. Franc., 1932; G. ZBYSZEWSKI, La classification du Paléolithique ancien et la chronologie du Quaternaire de Portugal en 1942, Oporto, 1943, recoge la exposición realizada por H. BREUIL en un curso de conferencias dada en la Universidad de Lisboa sobre esta materia, siendo éste un trabajo de gran interés.
(21) El mejor resumen sobre estas culturas, con toda la bibliografía, puede verse en M. REYGASSE, Les âges de la pierre dans l'Afrique du Nord (Algérie). Separata de Histoire et Historiens de l' Algérie, publicada en la Revue Historique, París, 1931. Algo varió su punto de vista en Notes sur la Distribution géographique et la Morphologie de diverses stations préhistoriques relevées sur le territoire de la commune mixte de Tébessa (Sud Constantinois). Argel, s. f., pero posterior a 11937, Pág. 70.
(22) DOUMERGUE, Description de deux stations préhistoriques a quartzites des environs de Karouba (Mostaganem), en Búll. de la Soc. Géog. et Arch. d., la Prov. d'Oran, XLII, Orán, 1922.
(23) PALLARY, P., L'Abri Alain près d'Oran, en Arch. Inst. Pal. Hum., núm, 12, París, 1934.
(24) Un resumen sobre todo lo referente al problema del hombre fósil en su estado actual puede leerse en nuestro trabajo El Paleolítico español, en la Historia de España, Espasa-Calpe, Madrid, 1946. vol. I, página 215, cap. I.
(25) Todos los yacimientos aquí citados aparecen en la obra de H. BREUIL, L'Afrique Préhistorique. Ed. Cahiers d'Art. París, 1931. En esta obra pueda- recogerse la bibliografía sobre los mismos, al final del texto.
(26) F. CÉSAR MORÁN, El Paleolítico de Beni Gorfet (Marruecos), Memoria nº 24 de la junta Superior de Monumentos Históricos y Artísticos, Larache, 1941.
(27)1. A. RUHLMANN, Les grottes préhistoriques d'El Khenzira, en Publications du Service des Antiquités du Maroc, fasc. 2, París, 1936. La Bibliografía de todos los yacimientos paleolíticos citados en nuestro resumen es de difícil adquisición y muy dispersa. Ha sido recogida por L. FROBENlUS-H. BREUIL en Afrique, Editions "Cahiers d'Art", París, 1931, Págs. 113-119. Los hallazgos y publicaciones posteriores no nos ha sido posible citarlos ni resumirlos, excepto el de El Khenzira (Mazagán) y algunos otros, por las dificultades ocasionadas por la guerra española primero y la mundial después, dificultades desgraciadamente aun no vencidas luego de terminada la contienda. Tampoco este breve resumen aspira a poner al día al lector sobre los hallazgos y la bibliografía. Nuestro deseo es mostrar solamente varios tipos de hallazgos y dar una idea a los que se interesen por la prehistoria norteafricana del estado en que se hallan los problemas. Por otra parte, sabemos que la investigación de estas regiones no ha ido tan adelante estos años últimos como se hubiera de desear.

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